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La Princesa de Kapurthala

Os vamos a contar la historia de Ana María Delgado Briones, La Princesa de Kapurthala, que da nombre a una de las calles del Ensanche de Vallecas.



Retrato de Ana María Delgado Briones, la Princesa de Kapurthala. Copia guardada en Library of Congress, Washington
Ana María Delgado Briones, la Princesa de Kapurthala. Fuente: Library of Congress, Washington

Hoy os traemos el relato de la vida de Anita Delgado Briones, la cual dio un giro de 180 grados el día que los ojos de un Maharajá de Kapurthala se posaron en ella.


Los humildes inicios


Nuestra princesa de Khapurtala nace en Málaga, en una calle cercana al centro de la ciudad un 8 de febrero de 1890, pero antes de cualquier título real se la conocía como Ana, la segunda hija de Candelaria y Ángel, dueños de una humilde cafetería conocida como El Café de La Castaña.

Sin embargo, el negocio terminó por no ir bien y decidieron por cerrar el local e irse a probar suerte en Madrid.


Ya en sus primeros años tanto ella como su hermana demostraron afinidad por la danza y las artes y sus padres, a pesar del esfuerzo que les supuso, les apuntaron a una escuela de danza. Poco tiempo después ya estaban debutando en el teatro de variedades Central Kursaal bajo el nombre de las Hermanas Camelias, ganando 30 reales diarios.


Fue aquí cuando empezaron a hacerse un nombre en la escena.

A pesar de todo, Anita se sentía desconectada de este mundo tan peculiar del arte, pero decidió continuar ya que no podía dejar pasar ese dinero que ganaba, siendo su única fuente de ingresos.


Llega el Maharajá


Por aquel entonces el rey Alfonso XIII estaba por celebrar su boda. Un acontecimiento de este calibre, claro está, atrae tanto por conveniencia como por amor a la celebración a líderes y personalidades importantes de todo el mundo. Entre ellos estaba el entonces Maharajá de Kapurthala, Jagatjit Singh.

Como con cada evento importante en cualquier ciudad, los visitantes aprovechan para disfrutar y curiosear la cultura a la que visitan. Y si de algo puede presumir Madrid es de tener una cultura tan rica como su gastronomía.


En uno de esos días, el destino o la casualidad hacen que Jagatjit acuda a un espectáculo en el que actúa nuestra Ana. Entonces ocurre lo que en tantas películas hemos visto, el tan romantizado amor a primera vista. Por parte de él, al menos, ya que ella pasaba olímpicamente.


No pasó ni un día y el Maharajá ya le había pedido la mano a Ana, que entonces tenía 16 años. Echa el freno, Jagatjit, que por poco podrías ser su padre.

Ana, con dos dedos de frente, lo rechazó. Pero él no se iba a dar por vencido, pues decir "no" a una oferta tan buena deja estupefacto a cualquiera.


Un atentado contra Alfonso XIII en plena Calle Mayor deja una sensación de inquietud y miedo en los invitados, que deciden en su mayoría abandonar Madrid. El Maharajá se asienta en París, con las ganas de boda desinfladas pero con las de convertir a Ana en su esposa en su única meta.


Desde la ciudad del amor él le mandaba cartas y ella le respondía, manteniendo así una relación cordial, aunque las intenciones del pretendiente seguían siendo las mismas.


En una de estas cartas aparecía una propuesta de matrimonio. Como cualquier otra de las cartas que ella respondía, le pidió al novio de su hermana, el escritor Leandro Oroz y amigo de Valle-Inclán que la llevase a Correos.

Pero al amigo Leandro y Valle-Inclán les picaba demasiado la curiosidad y abrieron y leyeron la carta. Entendemos que para compensar, corrigieron las faltas de ortografía y algún matiz de la carta. Y con matiz nos referimos a una completa reescritura que acabó transformada en una declaración de amor hacia el Maharajá que debió dejarlo en el suelo al leerla.


De Madrid a Francia y de Francia a la India.


En 1907 Anita se casa con Jagatjit en París por lo civil, y aprende francés, inglés, el dialecto hindú y las reglas de protocolo de la realeza. Casi nada. Al año siguiente volvieron a casarse bajo el rito sij, acompañado de celebraciones que duraron diez días. ¡Así cualquiera se casa con un rico! Aquello fue lo más parecido a la película de Aladdin y la entrada en el palacio.


Aunque ya instalada en su nuevo hogar, Anita siempre guarda en su corazón a España y se escribe con frecuencia con familiares y amigos. Posiblemente pidiendo de vez en cuando alguna tortilla de patata.


Pasaron los años y acabó por tener un romance con uno de los hijos de su esposo, de otra madre, claro. Porque el galán tenía otras cuatro esposas, aunque aseguraba que Ana era su favorita. ¡Como para no decírselo!

Esto llevó a su divorcio en 1925, tras el cual ella volvió a Europa, a Francia, y a España más tarde cuando acabó la Guerra Civil.


Adiós a la India


En esta última etapa de su vida iba y venía de Málaga a Madrid y viceversa. Escribió un libro contando sus memorias en la India, que según se vio fueron poco menos que alucinantes. Y a pesar del divorcio, siempre le guardo un gran cariño al Maharajá.


Anita Delgado Briones nos dejó en 1962 debido a complicaciones cardíacas, habiendo vivido una vida única y nunca más vista salvo en películas.

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